“Hay que seguir andando nomás”
Hermanas y hermanos de Caritas:
La frase del obispo mártir Enrique Angelelli me pareció apropiada para despedirme de ustedes, luego de siete años sirviendo como presidente de esta querida institución de nuestra Iglesia argentina. La misión continúa, como pastor acompañando a mi Iglesia particular de Quilmes y como uno más de los creyentes.
Agradezco al Episcopado argentino que me eligió para este servicio; a los hermanos que me acompañaron en la Comisión Episcopal: Gustavo Help, José María Baliña, Gustavo Carrara y Roberto Álvarez. A las hermanas y hermanos que integraron en distintos momentos la Comisión Nacional, el Consejo Federal, Directores y vice-presidentes de Caritas Diocesanas. De modo particular al Director Nacional, Luciano “Tato” Ojea Quintana y a todo el Equipo Nacional de Caritas Argentina. Gracias a estas personas y muchísimas más, hemos tratado de reflejar el amor de Jesús, siendo una Iglesia samaritana, que se conmueve al ver a los hermanos y hermanas que sufren a orilla del camino, haciéndonos prójimos.
Pido perdón por las veces que no estuve a la altura de una misión tan grande; la delicadeza y la pericia de los que Dios puso a mi lado, hicieron que mis errores no malograran la tarea sostenida del servicio que todos merecen. También agradezco las respetuosas y fraternas correcciones que algunos hermanos me hicieron en la marcha de este caminar.
Como a todos, nos duele que la misión de Caritas se haya tornado en estos últimos años más asistencial que promotora del desarrollo integral de las personas. La sostenida emergencia alimentaria lo ha requerido. El vergonzoso empobrecimiento que vive la Argentina me duele, nos duele. No hace falta que en esta carta haga mayores comentarios.
Agradezco a los donantes que hacen posible que se sostengan los proyectos de Caritas; algunos aportantes individualizados o anónimos, como así también algunas conocidas empresas o instituciones. Subsidiariamente Caritas ha sido el instrumento de la concreción de algunos programas del Estado. Agradezco a los directores ejecutivos y a los miembros del Equipo Nacional que con paciencia y perseverancia han hecho posible la implementación de los diversos subsidios.
Siempre me he sentido acompañado, comprendido y ayudado por todos. Siempre he procurado tener presente no sólo las necesidades de los más desprotegidos y vulnerables, sino a todas las personas que trabajan como servidores de Caritas a lo largo y ancho del país. Son miles y miles de voluntarias y voluntarios. Es una gran riqueza de la Iglesia argentina. A esas personas les agradezco por esa misión vivida con tanto amor y sacrificio. Son los que palpan el cuerpo herido de Cristo. Son los que experimentan la presencia del Espíritu que multiplica los panes y que, en lo precario de un merendero, un comedor, un taller, una huerta, un hogar de acogida, hacen brillar la belleza del amor que alivia, alimenta, dignifica, sana y consuela. A esas hermanas y hermanos quiero agradecer. Son los que hacen creíble a esta Iglesia de Cristo, el Dios que se hizo hombre, cercano, hermano de todo dolor y carencia humana.
A lo largo de estos siete años, más otros seis años junto al querido Mons. Oscar Ojea, tuvimos la dicha de ser acompañados por el pastoreo del Papa Francisco ¡Qué decir de su preocupación por los descartados de este mundo! Su magisterio nos ha regalado esas preciosas cartas encíclicas “Laudato Si” y “Fratelli Tutti”. Providencialmente, hace unos días hemos conocido su nueva Encíclica: “Dilexit nos” (“Él nos amó”), sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo. Es una carta donde Francisco nos invita a ir al meollo de nuestra vida cristiana: la Persona de Jesucristo; pero no como una idea o un deber ser, sino acogiendo ese Sagrado Corazón en nuestro corazón. Qué bueno sería que la leyéramos. Permítanme, y termino, citarles un párrafo de la Encíclica:
“Nuestras comunidades sólo desde el corazón lograrán unir sus inteligencias y voluntades diversas y pacificarlas para que el Espíritu nos guíe como red de hermanos, ya que pacificar también es tarea del corazón. El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social” (DN 28)
Queridas hermanas y hermanos, les sigo dando mi corazón. Gracias por todo el cariño y amor sincero que me han brindado en este tiempo. Seguiré caminando junto a ustedes, con renovado entusiasmo en la bella misión de anunciar a Jesucristo con nuestras obras de amor y misericordia. Sólo les pido que no nos dejemos robar la alegría del servicio. No nos dejemos robar la esperanza de un mundo más fraterno y solidario. Muchas hermanas y hermanos han entregado su vida en esta misión en nuestro país; muchos en la labor de Caritas. Ellos nos alientan y sostienen.
La Virgen de Luján, que en este tiempo va caminando por las ocho regiones del país, nos abrace con ternura y siga acompañando a los hermanos que serán elegidos para integrar la nueva Comisión Episcopal de Caritas Argentina.
Un gran abrazo, hermanas y hermanos. “¡A seguir andando nomás!”
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes