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Lo que dimos de nosotros mismos

El 2020 será recordado por las siguientes generaciones como el año de la pandemia. La irrupción del Covid-19 trastornó el orden global a punto tal de comenzar a hablar de una “nueva normalidad”, asumiendo que el mundo en algún sentido será distinto -para bien y para mal- a lo que hemos conocido hasta ahora.

En nuestro país, la pandemia dejó expuesta la gigantesca y dolorosa brecha social que existe (desde hace largos años) entre los sectores con mayores posibilidades y los que están marginados del sistema: no es lo mismo la cuarentena en una casa urbana que en la casilla de un asentamiento, no es lo mismo cobrar un salario que no poder salir a hacer changas para traer ingresos, no es lo mismo tener wifi para asistir a clases que no tener, siquiera, una computadora.

Junto a un irreparable saldo de personas y allegados fallecidos, la realidad también afectó económicamente a muchos sectores, incluso los que nunca estuvieron excluidos: pequeños comerciantes, emprendedores, profesionales, cuentapropistas. Y así, vimos con tristeza que muchas familias de barrios urbanos tuvieron que salir a pedir ayuda o comida por primera vez, casi con vergüenza, porque nunca imaginaron llegar a esa situación. Aún hoy, en este mismo momento, muchísimas familias están atravesando sus horas más difíciles.

Cáritas junto a los más necesitados

Las necesidades más urgentes de tantos hermanos no podían esperar en cuarentena y Cáritas en todo el país adaptó rápidamente su modalidad de trabajo para no discontinuar servicios esenciales, para implementar mecanismos creativos frente a las nuevas demandas, y también para cuidar la vida de las personas que se acercan a nosotros y la de los voluntarios que los reciben.

Las respuestas se encaminaron sobre 3 ejes de trabajo, acompañadas por protocolos y distribución de artículos sanitarios para la prevención:

– Fortalecimos los servicios alimentarios, reforzando la ayuda inmediata que brindamos a través de comedores, merenderos y puestos móviles para situaciones de calle. Paralelamente, multiplicamos la entrega de bolsones con alimentos, viandas y kits de higiene para la prevención del contagio.

– Facilitamos el acceso a los ingresos de las familias, favoreciendo la posibilidad de acceso a las ayudas de emergencia del Estado y colaborando con modos sencillos de reactivación local de las actividades laborales.

– Apoyamos y acompañamos la tarea de los sistemas de salud del Estado, creando y fortaleciendo dispositivos no hospitalarios de aislamiento para los más vulnerables, especialmente abuelos y personas en situación de calle.

Simultáneamente, realizamos un intenso trabajo para sostener este formidable despliegue material y humano. Implementamos numerosas campañas con fines diversos (recaudar fondos, adquirir artículos de primera necesidad y productos de prevención sanitaria, armar bolsones y viandas para las familias, colectar alimentos y elementos de abrigo, etc.) y formulamos convocatorias a voluntarios jóvenes de todo el país con muy una buena respuesta. Los voluntarios fueron capacitados y se integraron rápidamente a la tarea, aportando su empuje y entusiasmo.

De este modo, junto a otras organizaciones sociales y civiles, el Estado y numerosas empresas privadas, pudimos formar una enrome red de contención que permitió llegar con ayuda inmediata a las familias de casi todos los rincones del país. Y, aunque sabemos que siempre se puede hacer algo más, tenemos la certeza de haber contribuido a mejorar la situación de, literalmente, millones de personas.

Nuevas estructuras para nuevos desafíos

Al mismo tiempo, para responder a los enormes desafíos que nos esperan y para brindar un mejor y mayor servicio a la urgente demanda de asistencia material y contención espiritual, desde Cáritas Argentina nos embarcamos en un proceso de diagnóstico institucional y tomamos algunas decisiones tendientes a fortalecer la organización y optimizar la inversión de los recursos que con gran generosidad acercan nuestros donantes.

Dentro de ese marco, hemos reestructurado nuestras áreas internas de trabajo y hemos incluido en el equipo nacional de Cáritas Argentina la figura del Director Ejecutivo. En ese rol nos acompaña, desde el 1° de noviembre, Nicolás Meyer quien, además de contar con una gran experiencia del trabajo de la Iglesia en entornos comunitarios y en organizaciones de la sociedad civil en Argentina y México, vinculadas a la economía social y solidaria, ha desarrollado también sus actividades profesionales tanto en el sector público como en empresas privadas.

De este modo, sin dejar de responder a las necesidades inmediatas, nos estamos preparando para el futuro. Sabemos que 2021 será un año muy difícil, pero tenemos confianza en todo lo que podamos lograr juntos. Porque conocemos la perseverante vocación de servicio de nuestros voluntarios, la generosidad incondicional de los donantes y colaboradores que sostienen nuestra tarea y la bondad de nuestro buen Dios que, como Padre providente, nunca nos ha dejado solos.

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