El 17 de noviembre se celebró la 3º Jornada Mundial de los Pobres, una iniciativa impulsada por el Papa Francisco, con el objetivo de “ayudar a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar sobre cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho de que, no podrá haber justicia sin paz social”.
Este año la jornada se realizó bajo el lema «La esperanza de los pobres nunca se frustrará» y en su presentación el Papa nos recuerda enfáticamente que “los pobres son personas a las que hay que ir a encontrar: son jóvenes y ancianos solos a los que se puede invitar a entrar en casa para compartir una comida; hombres, mujeres y niños que esperan una palabra amistosa”.
Junto a toda la comunidad eclesial del país, desde Cáritas Argentina vivimos esta jornada con especial compromiso y, como gesto concreto, animamos durante la semana previa una campaña con el objetivo de crear conciencia y dar visibilidad a tantos hermanos que viven con dolor esta realidad.
Para nosotros la opción por los más pobres es prioritaria y hacemos todo lo posible, no sólo para satisfacer sus necesidades inmediatas, sino para transformar las realidades que están en la base de las estructuras de exclusión: promovemos activamente la educación, la capacitación, la cultura del trabajo, el desarrollo comunitario y la integración de las personas a su propio entramado social.
Entre las formas de pobreza que producen exclusión, queremos destacar el consumo problemático de sustancias. Las adicciones encuentran terreno propicio en situaciones de vulnerabilidad y donde las oportunidades de progreso social son escasas. El círculo se cierra por la ausencia redes de contención en la propia comunidad, por falta de recursos, y las personas quedan aisladas, discriminadas y sin posibilidad de salida.
Las comunidades de Cáritas vienen acompañando estas situaciones en las zonas más vulnerables desde hace varios años, y así llegaron a conformarse más de 150 centros barriales para el abordaje pastoral y comunitario de las adicciones en todo el país, que brindan apoyo y acompañamiento directo a unas 23.000 personas, principalmente jóvenes. Esta experiencia de trabajo compartido nos muestra un camino para superar las dificultades y animar nuestra esperanza.
En una sociedad como la nuestra todos somos actores y todos tenemos algo que aportar para las soluciones de los problemas comunes. Entendemos que la pobreza, en todas sus formas, es una cuestión que nos interpela a todos como sociedad, porque no podemos admitir ni acostumbrarnos a que haya hermanos que sufren en un país con tanta potencialidad como el nuestro.
Por tal motivo, en esta Jornada Mundial de los Pobres hacemos un llamado a todas las personas de buena voluntad a superar las divisiones para centrar nuestra atención en las personas que más sufren para darnos cuenta que existen, que son muchas y que entre todos tenemos el deber de darles urgente respuesta a sus necesidades más vitales. Para que, como dice el Papa, no caigamos en la peor discriminación que padecen los pobres: el no prestarles atención.