Cuando el frío invernal pone en riesgo la vida de los más vulnerables, Cáritas lleva adelante esta iniciativa que brinda alimento y calor de hogar a tantas personas que pasan la noche en las calles.
Durante la pandemia muchas capillas se adaptaron para convertirse en espacios de aislamiento, brindando una respuesta concreta y cercana para los barrios más postergados. Esto sensibilizó y dejó preparado el conocimiento y la idea de que algunos de estos espacios pueden utilizarse para ser un albergue de noche. De esta manera se puso en valor la experiencia acumulada en nuestra Iglesia para acompañar estas situaciones y, a partir de ella, desde Cáritas nos animamos a lanzar el Proyecto del Gesto de Invierno.
A través de la implementación del Gesto de Invierno buscamos generar una respuesta a las personas que viven en situación de calle, abriendo las iglesias para que pasen el invierno, ofreciendo también un plato de comida caliente, un baño y recibirlos con calidez de hogar. Con este espíritu, animamos a cada espacio a que abran sus puertas y realicen esta experiencia que, seguramente, logre continuarse en el futuro.
La intención fue abrir y adecuar espacios parroquiales, capillas y centros comunitarios para albergar a personas en situación de calle durante la época invernal. Para esto nos pusimos en contacto con sacerdotes, religiosas y laicos de diferentes partes del país y generamos encuentros con todos los que estuvieron interesados. A su vez, ofrecimos acompañamiento técnico, humano y económico a los equipos territoriales y seguimos muy de cerca cada actividad.
En primera instancia se remodelaron y acondicionaron los lugares para que las personas que llegaran se sintieran cómodas y bien recibidas. En simultáneo se fueron preparando los equipos que acompañarían los espacios. Por último, se abrieron las puertas aprovechando presencia territorial y la experiencia de trabajo previa que tenían las comunidades.
La respuesta no se hizo esperar y rápidamente se acercaron muchas personas pidiendo ser acogidos en los hogares. La parábola del Evangelio de San Mateo (25,35) se fue convirtiendo progresivamente en una realidad: «porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron».
Hoy en día son 22 espacios de diferentes partes del país que adhirieron al Gesto de Invierno, ofreciendo un lugar para dormir a más de 230 personas. Más de 15 diócesis se animaron a participar y llevan a cabo este desafío de amor y entrega.
Esta experiencia nos demuestra, una vez más, que es posible organizarnos como Iglesia, como comunidad, para dar una respuesta comprometida frente al sufrimiento de nuestros hermanos en situación de calle y llevar un mensaje de esperanza al pueblo argentino.
Casa San José, Provincia de Salta
A modo de ejemplo, podemos mencionar la tarea que lleva adelante la Casa San José, ubicada en la ciudad de Orán, Salta, donde diariamente asisten 20 abuelos a merendar, cenar y desayunar.
Los que desean pueden quedarse a dormir, además se les brinda toallas para que se den un baño y se les ofrece ropa limpia del ropero que allí administran. Al día siguiente se higienizan, desayunan y regresan a la calle.
También se los cuida cuando se enferman, se los acompaña al médico y se les compra medicamentos, lo cual es siempre una dificultad porque la Casa no cuenta con fondos para estas situaciones.
Quienes acompañan a estos abuelos refieren que es muy notable la falta de cariño, atención y cuidado que padecen. Al vivir la mayoría de ellos en la calle están descuidados, muchos están solos, y buscan que se los escuche compartiendo sus historias de vida, que permiten crear un vínculo afectivo con ellos.
Con el programa Gesto Invierno Iglesias Abiertas 2022 la Casa San José logró comprar colchas, colchones, almohadas, camperas de abrigo y otros artículos necesarios para poder llevar adelante su tarea de servicio.
Promover el trabajo es no sólo garantizar el sustento, es también brindar posibilidades de inclusión social, esperanza hacia el futuro y dignidad a las personas.
En el contexto de la crisis socioeconómica que transitamos, desde Cáritas impulsamos el desarrollo del trabajo como camino de promoción humana integral, tanto para las personas como para las comunidades. La ayuda material y espiritual es urgente, pero ofrecer alternativas para la promoción del trabajo digno, que devuelva la esperanza de un futuro mejor para las familias, es fundamental.
Por eso, desde el área de Economía Social y Solidaria de Cáritas, promovemos la cultura del trabajo como camino de la superación de la pobreza e impulsamos una economía centrada en la vida, que permita dar respuesta a situaciones de vulnerabilidad y desempleo desde procesos comunitarios.
Como el objetivo es brindar respuestas a concretas a realidades muy diversas, se brindan herramientas que para que los emprendedores y comunidades puedan generar sus propios procesos de desarrollo, se generan espacios de trabajo, se crean redes de relaciones entre personas, familias y organizaciones y se producen bienes que, además, favorecen el desarrollo de la economía local.
Por mencionar algunos ejemplos, desde Cáritas animamos y organizamos proyectos relacionados con:
– El acompañamiento de emprendedores, pequeños productores, familias y comunidad para lograr iniciativas sustentables en el tiempo.
– El desarrollo de finanzas solidarias que democratizan los recursos financieros a través de microcréditos, subsidios y fondos rotatorios.
– El acceso a infraestructura, equipamiento y logística, facilitando equipos y materiales para promover y fortalecer la producción y comercialización de los emprendedores.
– La capacitación y formación en oficios y saberes, para potenciar los ingresos a través de la producción y comercialización.
– La promoción de la soberanía alimentaria, apoyando la producción, distribución y consumo de alimentos a través de huertas, producción y comercialización de semillas, construcción de herramientas para la elaboración de comestibles, participación en la transformación de reglamentaciones, etc.
Testimonio de Florencia, Provincia de Córdoba.
Florencia es voluntaria de Cáritas Villa María, Córdoba, y trabaja en el Área de Economía Social y Solidaria (Ecosol). A su vez, lleva adelante un emprendimiento de encuadernación artesanal con la ayuda de Cáritas. Ella recibió herramientas y apoyo y, ahora, también puede brindar su experiencia a los emprendedores que ella misma acompaña desde la diócesis.
“Soy emprendedora hace 4 años, armo agendas, recetarios y cuadernos con distintas temáticas. Comencé tomando un curso y luego seguí practicando, hasta que lancé el emprendimiento. Vendo los cuadernos por redes sociales y les vendo a conocidos. También vendo en ferias y tengo distintos puntos de distribución, donde voy llevando los cuadernos”.
Desde hace 3 años se sumó a Cáritas y ahora, afirma, “me siento de los dos lados porque, desde Cáritas, como emprendedora, recibo mucho acompañamiento y herramientas para mejorar el proyecto. De esta manera, yo también puedo aportar al crecimiento de los emprendedores que acompañamos desde la diócesis, brindándoles distintos métodos y así, poder nutrirlos de este intercambio”.
“Soy muy apasionada por lo social, involucrarme y poder acompañar procesos. Tengo la suerte de poder hacerlo y que las personas nos abran las puertas para ser parte de su desarrollo. Esa es mi motivación y la clave del trabajo, generar cambios y transformaciones en la vida de la gente”, concluye Florencia.
Testimonio de Fernando, Provincia de Misiones
Fernando se especializa en química y estudia agronomía. Consciente del trasfondo de los agroquímicos, organizó cursos de agricultura orgánica con profesionales del tema e implementó lo aprendido en el territorio. Así llegó a Santa Cruz del Monte, Misiones, donde se desarrolla un emprendimiento donde se cultivan semillas, cereales y varios alimentos libres de químicos.
“Así es como conocí a Valdir, le decían ‘el loco que plantaba sin veneno’ quien siempre me dijo que su objetivo era ‘crear comunidad’. Si las relaciones humanas no son fraternas ni estrechas, no tiene sentido ninguna tecnología que nosotros queramos transmitir, ni ningún mensaje sobre las enfermedades que traen los químicos a la vida de las personas. Entonces junto a él nos complementamos, él tiene toda la experiencia, práctica y el conocimiento del territorio, y de mi parte, puedo aportar los conocimientos en química, agronomía y la tecnificación”.
La región en la que trabajan es muy arrocera, sin embargo, la tarea de quitarle la cascarilla al arroz es difícil y requiere de una maquinaria especial. Gracias a Cáritas, pudieron obtener una máquina para pelar arroz y agilizar el proceso de su trabajo. Esta herramienta no solamente mejoró el emprendimiento de Fernando y Valdir, sino que fue un beneficio colectivo para toda la comunidad.
“Nos entusiasmó mucho la confianza que Cáritas nos tiene. Es una de las pocas instituciones en las que no encontré brechas y realmente funciona su propuesta. Creo que se está creando comunidad como dice Valdir, porque todo lo que se compró con lo donado por Cáritas, generó que se estrechen los lazos de la comunidad, que se empiece a producir comunitario y dar un discurso que, si se puede plantar sin veneno, acompañado por una infraestructura que hace esto posible, concluyó.
El Encuentro Nacional de Cáritas, realizado en Córdoba, fue un espacio de formación e intercambio muy enriquecedor, por la diversidad de sus participantes y por la variedad de experiencias que se trabajaron.
Del 13 al 15 de agosto se realizaron en Tanti, provincia de Córdoba, la XX Asamblea Federal y el XVI Encuentro Nacional de Cáritas Argentina, que contaron con la participación de más de 500 representantes de todas las comunidades del país.
Animados por el lema “Somos Cáritas, misión y servicio”, directivos y voluntarios, laicos y consagrados, jóvenes y adultos compartieron intensas jornadas de reflexión, intercambio de experiencias, oración y convivencia fraterna.
En la Asamblea Federal, que por estatuto se realiza cada 3 años con la participación de todas las autoridades nacionales y diocesanas, se presentaron las acciones realizadas en el último período y se abordaron temas de interés para la vida institucional.
En el Encuentro Nacional, realizado en simultáneo con la participación de los agentes diocesanos y parroquiales de Cáritas de todo el país, se compartieron espacios de reflexión, talleres de formación, intercambio de experiencias y momentos de oración, vividos todos con mucho entusiasmo y espíritu fraterno.
Este año el Encuentro contó con la participación especial de Aloysius John, secretario general de Cáritas Internationalis (CI) y del P. Francisco Hernández Rojas, Coordinador Regional del Secretariado Latinoamericano y Caribeño de Cáritas (SELACC). En la apertura del Encuentro Aloysius John, expresó que durante su visita en Argentina, pudo conocer y ser testigo, en pequeña medida, del enorme trabajo que realiza Cáritas Argentina. Y agregó “pude ver cómo a nivel local Cáritas está transformando la vida de las personas, permitiéndoles vivir con mayor dignidad, a través de la misión social emprendida con un espíritu de cuidado pastoral, comenzando desde el centro, el nivel parroquial”.
Por su parte, Mons. Carlos Tissera, obispo de Quilmes y presidente de Cáritas Argentina, en la homilía del día domingo 14 de agosto sostuvo que “[la pandemia] nos hizo más humildes y a la vez nos regaló la alegría de servir. Nos santificó, y nos hizo ver que hay muchos santos caminando con nosotros (…). El fuego de amor enardeció y transformó una cantidad inmensa de corazones de hombres y mujeres, entre ellos muchos jóvenes que, en lugar de quedarse en la queja paralizante, se preguntaron qué podían hacer de bueno por los demás”.
Por parte de nuestra Iglesia Argentina también participaron delegados de las comisiones episcopales de Justicia y Paz, Equipo Nacional de Pastoral Aborígen (ENDEPA), Pastoral de Migrantes e Itinerantes, Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, Pastoral Carcelaria, Pastoral de Juventud, Departamento de Laicos, y otros representantes de la vida pastoral de nuestro país.
El Encuentro fue muy bien valorado por todos los presentes, porque permitió el intercambio de comunidades y voluntarios procedentes de realidades muy diversas, fortaleciendo la mística que anima la misión y abriendo la mirada a nuevos horizontes de trabajo.
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