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A las hermanas y hermanos de Cáritas de la Argentina en el Año Mariano Nacional

Durante estos días se estaría desarrollando el IV CONGRESO MARIANO NACIONAL 2020 en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca. Por la pandemia actual, el Congreso Mariano no ha podido realizarse. Igualmente quiero llegar a ustedes, servidoras y servidores de Caritas, con este mensaje para destacar la presencia de María en la misión caritativa de la Iglesia.

Unidos por el lema “María, Madre del pueblo, esperanza nuestra”, conmemoramos los 400 años del hallazgo de la “morenita” en la gruta de Choya. En ese lugar oculto, la Virgen reunía a un grupo de mujeres indias que concurrían asiduamente para honrarla con sus oraciones y danzas. De allí se extenderá esta devoción que llevó a que la Virgen del Valle sea la patrona del Noroeste argentino.

MARIA acompaña y bendice constantemente la misión de CARITAS

Todos recordamos la Caminata de la Virgen por todas las diócesis del país, previa a cada Asamblea Nacional, como experiencia institucional. Son una verdadera caricia de Dios para Caritas. Especialmente, la Caminata vivida en el 2017 fue un renacer para todos: mayor comunión entre las diócesis y las regiones. Quizás no nos dimos cuenta en el momento, pero viéndolo a la distancia, la Virgen fue gestando una mayor comunión entre nosotros. Nos fue preparando para vivir tiempos de dolor y de esperanza. Son muchas las cosas que han sucedido desde entonces. Nada ha sido casual. Sus caricias maternales, correspondidas por tantas marcas que han quedado plasmadas en esa imagen y su pequeño pedestal, hablan de ancianos, niños, personas privadas de libertad, enfermos, servidores y servidoras, jóvenes, pobres y marginados… Hijos que se agarran de su manto para expresar su confianza y su cariño. María renueva con su presencia los sueños apagados, las manos encallecidas y los pies cansados. Ella despierta nuevos amores. Ella apaga los rencores. Destruye muros y tiende puentes. Nos abre los ojos para descubrir a más y más hermanos hambrientos de amor y consuelo. Es la que trae descanso a nuestras fatigas, y suaviza nuestras aristas con la suavidad de su evangelio hecho vida en los lugares de escucha y de ayuda. Es la Madre de Jesús. Es nuestra Madre.

María es, ante todo, MUJER

Humana con todas las letras. Mujer de su tiempo. Crecida en las periferias de Israel. Mujer pobre y Madre de Jesús. Para nosotros: expresión del rostro femenino y materno de Dios. Ella engendra, alumbra y entrega a la humanidad la expresión más cabal de la misericordia de Dios, su Hijo Jesús. Ella es el ser que, en su feminidad y maternidad, constituye para la historia la máxima revelación
de lo femenino y maternal de Dios (1).

María nos muestra el rostro maternal y misericordioso de Dios

Desde los orígenes de la evangelización en América la devoción a María supo transmitir los rasgos maternales de Dios. Como lo dicen los Obispos en Puebla: “Desde los orígenes, María constituyó el gran signo de rostro maternal y misericordioso de Dios” (DP 282). Ella nos hace sentir hijos y hermanos. El pueblo sencillo sabe expresar esa convicción viviendo las obras de misericordia, corazón del Evangelio. En esta situación de pandemia, todos experimentamos esa presencia de María en los gestos humildes y jugados de tantas y tantos en nuestros barrios, pueblos y ciudades.

Cuántas personas sirviendo, a veces en condiciones muy precarias, en los comedores, merenderos, hogares, capillas, centros de atención y contención; en los apoyos escolares, en las huertas comunitarias, talleres y emprendimientos familiares. En los centros de salud, en las guardias de hospitales, en hogares de ancianos, en las guarderías y jardines de infantes… Cuánta ternura, cuánta fortaleza, cuánta paciencia y cariño. Son el reflejo de Dios hecho caricia en medio de los pobres.

El Papa Francisco, en su Exhortación sobre el llamado a la santidad (2), nos dice: “Quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia. Es lo que había comprendido muy bien santa Teresa de Calcuta: «Sí, tengo muchas debilidades humanas, muchas miserias humanas. […] Pero él baja y nos usa, a usted y a mí, para ser su amor y su compasión en el mundo, a pesar de nuestros pecados, a pesar de nuestras miserias y defectos. Él depende de nosotros para amar al mundo y demostrarle lo mucho que lo ama. Si nos ocupamos demasiado de nosotros mismos, no nos quedará tiempo para los demás»”. (GE 107)

María es modelo de solidaridad: siendo pobre entre los pobres

“El Magníficat es el canto de los pobres que encuentran en Dios su salvación” (3), nos recordaba el Cardenal Pironio. “Ella sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de él esperan con confianza la salvación” (Concilio Vaticano II, LG 55). En primer lugar, fue pobre entre las mujeres pobres de su tiempo; habitante en una zona periférica de su nación; familia pobre que sólo tenía unos pichones de paloma para ofrecer en el Templo; que vivían del trabajo del carpintero y sus quehaceres en casa; sufrió el terrible dolor de una madre despojada de lo más grande: su Hijo. Solidarizada con el dolor de los crucificados de la historia. Y, en segundo lugar, desde su pobreza actúa de modo eficaz; no se cruza de brazos en la vida. Hace frente a todo lo que se le presenta. Hasta en los pequeños detalles, se muestra activa: “No tienen vino”, le dijo a Jesús en Caná.

Y será en el Magníficat donde están expresados los rasgos denunciadores y enunciadores, proféticos y liberadores de María. Ella canta la grandeza del Señor desde la experiencia salvadora de Dios en su propia pequeñez y en el marco del descubrimiento de Dios que salva a los humildes de la tierra. El Magníficat propone una superación de todas las esclavitudes interhumanas para llegar a una situación humana diferente, en la que los grandes de la tierra dejen su soberbia, su poder y su dinero, y en la que los pobres, los humildes, los hambrientos sean reconocidos en su dignidad y reivindicados en sus derechos.

María es modelo de solidaridad transformadora

¡Qué sugerente y significativo resulta esto para CARITAS! La solidaridad de María es una solidaridad transformadora. No quiere que las cosas sigan como están y canta que tienen que cambiar. La solidaridad tiene que ser transformadora. Tiene que cambiar el orgullo de los soberbios, la ambición de los ricos, la prepotencia de los poderosos. Tiene que cambiar la resignación, la humillación y la explotación de los pobres. Tienen que cambiar las mentes, los corazones y las estructuras que generan estas situaciones injustas que son denigrantes para los ricos y para los pobres.
Pero el hecho culmen y definitivo, el cumplimiento de esta inversión, se ha dado en el mismo JESÚS, “el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando la condición de Siervo… y se humilló… Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo hombre…” (Flp. 2, 6-11).

La acción caritativa y social de la Iglesia no está al servicio del poder ni puede servir para tranquilizar conciencias, aquietar conflictos, encubrir la injusticia y dejar las cosas como están, los ricos en su riqueza y los pobres en su pobreza. La caridad tiene una función liberadora que estamos llamados a asumir, asumiendo las implicaciones sociales y políticas que esto conlleva. Así de claro lo dice Francisco: La propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales” (EG 180). (4)

Todos en la misma barca

“Estamos todos en la misma barca”, ha expresado Francisco con toda claridad. Nadie puede salvarse solo, más en los momentos críticos, como éste que vivimos. Todos experimentamos la fragilidad de la existencia humana, y qué precarios son los proyectos humanos. Es misión de CARITAS mostrar, más con obras que con palabras, que EL AMOR ES MAS FUERTE. Por eso nos propusimos en este contexto caminar juntos, con creatividad, articular con otros y estar serenamente inquietos para responder concretamente en cada zona de nuestro país. (5).

Como nos dice el Papa Francisco: “Pequeños pero fuertes en el amor de Dios, como san Francisco de Asís, todos los cristianos estamos llamados a cuidar la fragilidad del pueblo y del mundo en que vivimos” (EG 216).

El tiempo pascual es tiempo de plenitud de la caridad, “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado” (Rm. 5,5) El Espíritu Santo es el gran regalo del Señor resucitado. Los frutos del Espíritu son caridad, alegría y paz. El fruto interno, inmediato de la caridad es la alegría. Si vivimos la caridad, tenemos que estar alegres, en un ambiente de sencillez cotidiana, de serenidad. Es lo que vemos en María. Es lo que cada uno de nosotros queremos testimoniar en nuestro servicio en Caritas. Es algo que siempre podremos compartir con los hermanos que sufren, aunque nos falten las cosas materiales. Animémonos
unos a otros a mantener viva esa caridad ardiente.

El Congreso Mariano no ha tenido lugar, pero eso no impide que María sea honrada por todos, en este Año dedicado especialmente a ella. Que en nuestros lugares de trabajo, de servicio, tengamos un espacio mariano. Una imagen, una estampa de María. Aunque sea breve, detengámonos ante ella en un momento de oración sencilla, presentándole a todas nuestras hermanas y hermanos que sufren o padecen cualquier necesidad. Recemos también por todos los servidores y servidoras de Caritas. Este año pidamos a María, en medio de la pandemia, para que surjan muchas vocaciones de voluntarios y voluntarias a lo largo y ancho de nuestra Argentina.

Desde Catamarca, la humilde Virgen Morenita acompaña nuestro caminar. Con ella decimos: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador”.

Mons. Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes
Presidente de Caritas Argentina

 

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Notas:
(1) Cfr. P. Vicente Altaba. Mujer, servidora de los pobres. PPC, pg. 19.
(2) Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate
(3) Cardenal Pironio. Pobreza y esperanza en María, no 30.
(4) Cfr. P. Vicente Altaba. Mujer, servidora de los pobres. PPC, pg. 51-57
(5) Comisión Nacional, Orientaciones en el contexto de la emergencia por el COVID-19. Material no 1, Abril de 2020.

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